17/4/10

Una Buena Arquitectura

Fotografia: Arq. Rafael pertuz

"Del Derecho a Una Buena Arquitectura". Por: Arq. Jairo Torralvo

En toda constitución política del mundo, debería existir un capítulo en el contexto de los derechos fundamentales que se denominara “De los Derechos a una Buena arquitectura” y cuyo primer artículo sonaría similar a lo siguiente: Articulo 1. Todas las personas tienen derecho a gozar de una buena arquitectura y el Estado deberá garantizarla y promover el acceso de todos………..

Claro que encontrar una demanda como esta en una constitución política, puede sonar absurdo para muchos, especialmente para aquellos que ignoran la influencia que puede tener una buena obra arquitectónica en el desarrollo de una comunidad, incluso de toda una sociedad, sin embargo y por suerte la historia esta colmada de buenos ejemplos. Y afortunadamente, para los arquitectos es evidente la importancia que tiene la arquitectura como soporte de las actividades de socialización y subsistencia propias de los seres humanos, es así que, promulgar el derecho a una buena arquitectura, es hoy más que una necesidad, una cuestión de fundamentos para el sano desarrollo de las sociedades. Esto lo entendió muy bien el maestro Rogelio Salmona.

Y si sobrevolamos algunas de sus obras, a la deriva y con sus alas prestadas, quizá por las pasarelas de la cubierta de la Biblioteca Virgilio Barco descubriendo los paisajes del entorno y su propio paisaje arquitectónico o nos perdemos en la filigrana de la tierra del archivo nacional, descubriremos con certeza la definición de estos derechos:

- Tenemos derecho a que la arquitectura sea social, autentica y asertiva, respondiendo y fundiéndose con el lugar, sin olvidar el rincón pero creando “lugar” con sus raíces y su cultura, tenemos derecho a nuestras casas con patio, a la tienda de esquina, a la puerta siempre abierta, a la vida de barrio, a comer en familia y despacio, a vivir el tiempo, como diría el maestro “porque el tiempo es vida”. En fin, que reinterprete lo que somos como pueblo, que no ignore su historia y dialogue con lo contemporáneo pero sin dejarse guiar por los avatares de la moda.

- Tenemos derecho a que la arquitectura y la ciudad dialogue en un único, fecundo y armónico lenguaje, que se interpreten mutua y libremente, sin barreras ni limites, que se fundan completamente el afuera y el adentro en un solo paisaje, que la arquitectura y el entorno urbano no sean excluyentes, tenemos derecho a que se recuperen los centros generando espacio publico y mejorando el paisaje, tenemos derecho al árbol, al rio, al parque y la plaza para la gente, a una ciudad funcional pero mas equilibrada socialmente y en comunión con la naturaleza. A una ciudad mas humana.

- Tenemos derecho a una “poética del espacio” que la arquitectura estimule los sentidos, que deambule por el territorio del detalle, que supere los limites de lo funcional, como nos diría el maestro; que se convierta en ruina con el paso del tiempo, pero que no desaparezca, “porque la mala arquitectura desaparece”. Tenemos derecho a que los elementos de la tierra sean una forma autentica de expresarse, con su propia estética y técnica, con sus olores, texturas, formas y ritmos, bajo la luz o en la penumbra, que se replieguen y nos sensibilicen, que arte y espacio se fundan en una sola fiesta, que la arquitectura nos sorprenda y se aprehenda con solo mirarla. Tenemos derecho a las Torres del Parque, al Archivo Nacional, a la Biblioteca Virgilio Barco, a la Casa de Huéspedes…….a las obras del Maestro.

Pero mas que descubrir cuales son estos derechos, en esta tarea quizás inextinguible, descubriremos que estos se hacen tangibles en las obras de Rogelio Salmona y que son su mas grande legado en el quehacer arquitectónico; descubriremos su defensa férrea del derecho que tenemos los seres humanos a disfrutar de una buena arquitectura.

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