Se piensa que la frase se originó por una escena muy divertida de la película Mi Tio, del director francés Jacques Tati y filmada en los años 60s, en la que su protagonista monsieur Hulot intenta, sin éxito, sentarse en una silla de diseño flexible y ultramoderno y en la misma línea cómica hace rebotar contra el piso una cafetera y encuentra la comodidad en la Chaise Longue de Le Corbusier, pero de un modo distinto al que se propone con su diseño. Nuevamente, la intensión es hacer evidente el endiosamiento de los arquitectos modernos que los hace creer que pueden moldear la vida de los mortales, diseñandoles desde el tenedor conque se alimentan hasta la vivienda y las ciudades donde habitan.
Basado en el artículo, "Paradojas y Curiosidades de la Arquitectura Moderna" de Luis Maldonado, publicado en la revista Muy Especial, número 50 del año 2000.
Ver apartes del filme "Mi Tío" de Jacques Tati, 1965. Hacer click Aquí
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Otro aparte del filme, sobre la mecanización de la vida moderna. Hacer click Aquí
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