Fotografía de Jairo Torralvo, La Habana, Cuba. 2009
Escrito por: Arq. Jairo Torralvo
La ciudad ha resultado una experiencia tan influyente, enriquecedora y polifacética en la vida de las sociedades modernas que amerita su interpretación y a veces su reinterpretación, se presenta ambigua y caótica, imposible de comprender en su totalidad. El entendimiento de la ciudad como fenómeno sociocultural e incluso como su manifestación física, requiere desmembrar el todo y volverlo a armar, significa entender su complejidad para comprender su simplicidad.
Desde sus inicios la ciudad ha sido una herramienta estratégica para el desarrollo de las sociedades, les ha facilitado ser productivas, sostenibles, así como protegerse y ante todo sobrevivir, les ha permitido crear normas para auto regularse y perpetuarse. Cada ciudad adquiere un carácter influyente y con ella un perfil para sus habitantes, se vende como la mejor forma de habitar en la que “ser urbano” tiene sus privilegios. Pensar en la parís Medieval o la de Haussman así como en la Barcelona o el Londres de comienzos de la revolución industrial nos refuerzan estos paradigmas.
El cambio de velocidad introducido por el automóvil, la desaparición de las fronteras físicas generada por el cinematógrafo, la reubicación de la productividad y del capital definida por el nuevo mapa de las ciudades industriales y los miles de inventos que establecieron los estándares de la ciudad moderna son muestra elocuente de lo enriquecedora que ha sido la vida urbana. Este escenario de oportunidades tan amplio y polifacético genero su atractivo como centros de recepción poblacional por ser fuentes de trabajo y comodidades, aunque esto ha sido cierto, la demanda superó la oferta, y aun en nuestros días este desfase es un reto no superado para las ciudades.
Así como, la explosión urbana de la revolución industrial y las grandes transformaciones de la ciudad moderna de comienzos de siglo XX desataron la aparición de múltiples disciplinas y especialidades de las ciencias, que buscaban entender y explicar las consecuencias del fenómeno urbano, cada momento histórico requiere de estas interpretaciones porque cada sociedad genera su propio fenómeno urbano, basado en su herencia y en sus expectativas.
Cada individuo forja su propia percepción de lo urbano, que es el resultado de la interacción de las diferentes dimensiones y roles que asume la ciudad en la vida de sus ciudadanos, a su vez, mi propia percepción se confronta con la de mi vecino y la de el con la de otros, esta construcción de interpretaciones resulta compleja, casi siempre ambigua y en la mayoría de los casos caótica, casi imposible de entender como un todo.
Intentar comprenderla, contempla conocer las implicaciones de estas dimensiones, que se presentan como en una obra de teatro que se desarrolla en un gran escenario, en el que cada uno de nosotros representa un papel de acuerdo a sus intereses, desatando relaciones de dominio, segregación, estratificación, productividad, explotación, abusos, en síntesis, relaciones de poder, en donde la tenencia del territorio facilita el fin último, que es el control de la sociedad y, esto puede ser tanto ingenuo como maquiavélico, es decir, esta posesión del territorio puede tener un objetivo tan simple como la necesidad de tener un techo y sentirte parte de un lugar, hasta fines más oscuros y complejos como convertir una región en escenario de guerra para implantar un negocio de venta de armas o droga, por citar solo un ejemplo.
Enseñar a ser urbano es hacer evidente la ciudad, es descomponerla para descifrar sus códigos, es abordarla desde diferentes disciplinas para entender sus dimensiones, debilidades y potencialidades, pero teniendo siempre presente que la arquitectura es el componente que le da estructura y piel, que define su personalidad y consolida su imagen.
Enseñar a ser urbano es hacer evidente la ciudad, es descomponerla para descifrar sus códigos, es abordarla desde diferentes disciplinas para entender sus dimensiones, debilidades y potencialidades, pero teniendo siempre presente que la arquitectura es el componente que le da estructura y piel, que define su personalidad y consolida su imagen.
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